Dra. Sara Strassberg Dayán

La Fiesta de Sucot tiene, como es sabido, varios significados. El significado nacional-histórico, quizás el más conocido, es hacernos recordar, año tras año, la época en que los Hijos de Israel anduvieron por el desierto después de salir de Egipto en su camino hacia la Tierra de Canaán, la Tierra Prometida. Esta recordación se realiza en primer lugar a través del acto simbólico de dejar el judío su casa para pasar a vivir durante siete días en cabañas provisorias construidas para este fin, así como a través de ritos y plegarias que le permiten revivir la alegría que sintió el pueblo al sentirse protegido por Dios durante su largo y peligroso peregrinaje. (Levítico 23 :24; 23:42-43).

La Fiesta de Sucot tiene también un significado personal importante para el creyente que después de los Días Terribles se dispone a comenzar una nueva vida, y también tiene un significado agrícola importantísimo en cuanto festeja la Cosecha de los frutos del trabajo anual, la siega y el acopio de las mieses de los campos y prepara el comienzo de un nuevo año de trabajo de la tierra. (Éxodo 23:16; 34:22).

Según el Profesor Eliezer Schweid, el más importante filósofo israelí contemporáneo, el tema central de la Fiesta de Sucot es el sentimiento de alegría de la vida que se renueva en todas sus dimensiones:

«Delante nuestro tenemos un triple acorde de alegría: la alegría del campesino que lleva a su casa la cosecha del año; la alegría del creyente que siente que sus pecados han sido perdonados y comienza de nuevo su vida en estado de pureza, y la alegría del Pueblo Elegido que siente la Providencia de Dios que lo protege en su camino a la libertad». (Sefer Majzor HaZmanim,  hebreo, Tel Aviv, 1984).

A todo esto se agregaría, según Schweid, una cuarta dimensión de alegría máxima del pueblo cuando al llegar al octavo día, terminada ya la celebración de Sucot, se festeja en Simjat Torá la finalización de la lectura de la Torá y el reinicio de esta lectura. Por todo esto Sucot – la Fiesta de las Cabañas- puede verse básicamente como Fiesta de la Alegría, la única –además- en que se nos ordena como precepto el estar alegres y esto significa que aquí la alegría no es sólo un sentimiento humano espontáneo que mana de fuerzas vitales y de la historia del pueblo sino que integra la concepción del mundo del judaísmo.

Podemos profundizar nuestra comprensión de esta fiesta, según Schweid, si nos preguntamos por el sentido de su símbolo principal: la Sucá. Según las instrucciones de la Mishná sobre su construcción, comprendemos que se trata de una vivienda que no está destinada a ser Casa o Morada permanente, sino sólo una construcción provisoria, inestable e insegura que no protege del todo del calor del sol ni de la lluvia. Como es sabido, la cobertura debe hacerse con ramas de árboles que no cubrirán por completo el techo, ya que se debe poder ver desde dentro las estrellas. Schweid destaca que estas condiciones de precariedad y contingencia de la Sucá son también en esta ocasión tema de estudio para el judío que no sólo vivencia de hecho un cambio físico de vida sino que debe también comprender su significado. Es claro que este cambio puede deparar una sensación positiva de renovación al volver a tomar contacto con la naturaleza, pero también puede producir –según cada caso– una sensación de incomodidad, de frío y quizás también otros sentimientos negativos.

El hacer este cambio existencial enseña a la persona, entre otras cosas, que el ser humano no tiene ni puede tener un dominio total sobre la naturaleza y sobre la vida y permite al individuo comprender su lugar en la Creación y en relación a Dios, y como consecuencia de esto a no enorgullecerse ante los propios logros, comprender los límites de la libertad humana, confiar en la Providencia Divina y saber que los logros técnicos y culturales humanos son siempre limitados. Este cambio permite también comprender que en la vida hay alegría y también sufrimiento, que la vida es efímera y sin embargo hay que amar a Dios, agradecerle y alabarlo por todo lo bueno que se recibe y esto significa también aceptar la existencia del mal, del dolor y de la muerte como parte integral de la vida. Ésta es una de las enseñanzas que se desprenden de la lectura del Libro del Eclesiastés durante esta fiesta.

Las fuentes bíblicas y talmúdicas que tratan de esta festividad presentan al judío –el individuo y el pueblo– como estando «en camino», pues se trata de los integrantes de un pueblo que salen en un momento determinado de una situación de esclavitud en camino hacia lo que deberá ser su Lugar de descanso, un Hogar estable, permanente, una Patria en que podrán vivir en libertad, independencia y soberanía. Este judío «en camino» aspira según dichas fuentes a llegar a su Tierra, construir aquí su Casa, sembrar y cosechar sus campos y leer y estudiar su Torá con alegría.  Es de señalar también que, según estas fuentes, la fiesta de Sucot no sólo celebra la búsqueda y la posibilidad de la redención nacional del pueblo de Israel, sino que implica la posibilidad de la redención de todos los pueblos del mundo invitados a compartir la alegría del pueblo de Israel en la celebración de esta fiesta en Jerusalem. (Zacarías 14:16).

Creo que debemos agradecer a Dios el privilegio especial del que gozamos los judíos israelíes al poder vivir la fiesta de Sucot plenamente en sus distintos planos de significación. Para nosotros, además de la experiencia personal de abrirnos a la posibilidad de una vida nueva y mejor, esta festividad nos permite experimentar de hecho nuestro retorno a la Casa de nuestro pueblo, pues al salir de la Sucá volvemos en verdad –al menos físicamente– a nuestra Casa y no sólo a otra estación transitoria en el camino, como ocurre en la Diáspora. Sabemos que este retorno de nuestro pueblo no es completo y que sólo somos la vanguardia de quienes todavía están «en camino». Sabemos, además, que este retorno no es completo tampoco aquí, en Israel, desde el punto de vista cultural, pues sólo hemos comenzado el retorno espiritual a nosotros mismos y también aquí estamos todavía «en camino» hacia nuestra propia verdad interior. Pero somos muchos los que creemos también que nuestra búsqueda ha de permitirnos llegar a una identidad judía plena que puede llevarnos en el futuro a un verdadero encuentro y diálogo con los otros pueblos y culturas de la humanidad. Ésta es nuestra esperanza. ¡Jag Sameaj!

CategoryFestividades, Sukot
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