Mario Ablin
Siete años tras la publicación de este artículo, su contenido no ha perdido actualidad – (publicado en el Semanario «Aurora», 9/7/2009).
El tema de las autoridades idóneas para determinar una conversión al judaísmo sigue siendo tema de enfrentamientos políticos entre ultraortodoxos (jaredim), ortodoxos más o menos liberales, conservadores y reformistas.
Sin embargo, si hasta hace no mucho este debate se restringía a los ámbitos religiosos de la realidad cultural judía, en los últimos años el judaísmo laico humanista comenzó a participar en forma activa en las discusiones en marcos públicos, entre ellos en la Kneset, como parte del debate, presentando posturas acordes a sus postulados.
Asimismo, el movimiento de judaísmo laico humanista israelí por medio de su Consejo de Rabinos Laicos en Israel (MERJAV), está finalizando un programa para la incorporación al pueblo judío en base a una concepción cultural, laica y humanista.
Consideramos que de este modo se refuerza la visión pluralista en el judaísmo. Nos gustará saber vuestras opiniones y comentarios respecto de tan delicado y complejo tema. Los invitamos a expresarlas por este medio .
Los sectores religiosos ortodoxos han desatado una ofensiva en varios frentes para ganar mayor espacio de poder dentro de la sociedad israelí. Entre las «batallas» que se libran actualmente pueden mencionarse «la guerra del Shabat» en forma de desmanes callejeros a resultas de la decisión del intendente de Jerusalem de abrir el parque municipal de estacionamiento en días sábado, la campaña para frustrar todo intento oficial de facilitar la conversión al judaísmo de nuevos inmigrantes y la demanda de ampliar la jurisdicción de los Tribunales Rabínicos, extendiendo la misma también a los aspectos civiles y pecuniarios de los acuerdos de divorcio religioso.
Días atrás se llevó a cabo en Jerusalem una convención internacional de rabinos ortodoxos con el objeto de coordinar esfuerzos destinados a frustrar todo intento oficial para acelerar la conversión al judaísmo de más de 300.000 nuevos inmigrantes, predominantemente de la ex-Unión Soviética, no reconocidos como judíos de acuerdo a la ley religiosa.
En el simposio participó el rabino Abraham Sherman, juez del Gran Tribunal Rabínico de Israel, quien dictó un fallo que anula miles de conversiones al judaísmo llevadas a cabo en los últimos años por los tribunales rabínicos especiales creados oportunamente por la Oficina del Primer Ministro, bajo la dirección del rabino Jaim Druckman. Esos tribunales están destinados a atender los casos de conversión de inmigrantes llegados a Israel en virtud de la Ley del Retorno, aunque sin encuadrar plenamente en las disposiciones de la ley religiosa para ser reconocidos como judíos. A pesar de la buena voluntad oficial, esos tribunales rabínicos especiales no lograron aumentar significativamente el número de conversiones y ahora, a causa del fallo del Gran Tribunal Rabínico presidido por el Rabino Sherman, se ven confrontados con una posible anulación de las conversiones aprobadas hasta ahora.
Según Sherman, su fallo se ha basado en escritos del líder religioso ortodoxo Rabino Yosef Shalom Eliashiv, quien sostiene que un gran porcentaje de quienes fueron convertidos al judaísmo por los tribunales rabínicos especiales no han adoptado una forma de vida religiosa basada en el cumplimiento de mitzvot. En el curso del simposio el rabino Sherman se expresó en forma hiriente, despectiva y desconsiderada hacia los nuevos inmigrantes convertidos al judaísmo diciendo que «no es lógico pensar que decenas de miles de no judíos que crecieron en un régimen de odio a la religión, comunismo y socialismo, atraviesen un cambio interno drástico».
El tema de la conversión al judaismo es una cuestión cargada emocionalmente en la tradición judía, habiendo dividido desde antaño a la elite religiosa rabínica.
El aperturismo de Hilel el Sabio ante la posible conversión de gentiles al judaísmo estaba fundado en su apotegma “sed discípulos de Aarón, quien ama la paz y busca la paz, quien ama a la humanidad y la acerca a la Torá”, posición abierta que contrasta con la falta de empatía de Shamai, otro gran rabino clásico, ante los conversos. Según otro maestro rabínico Elazar ben Pedat “el Santo Bendito sea envió a Israel al exilio entre las naciones con el único propósito de lograr conversos”. En contrapartida, Rabi Elazar Ben Hircano interpretó que “el repetido énfasis de las Escrituras sobre el buen trato que debe dispensarse a los conversos derivaba de la maldad intrínseca de éstos, así como de su proclividad a reincidir en la idolatría”.
Ésos son algunos ejemplos de la extensa polémica que se planteó en el curso de las generaciones en el seno del pueblo judío acerca de la naturaleza del proselitismo religioso y la conversión de no judíos a la fe de Israel.
Dicho trasfondo ideológico controvertido influye aún en forma subterránea en la realidad israelí actual, bloqueando la posibilidad que el Estado asuma una política clara y efectiva respecto al status religioso de grupos inmigratorios no definidos como judíos de acuerdo a la Halajá. En realidad, detrás de la «guerra de las conversiones» que se ha desatado en el seno del mundo haredí ortodoxo se esconden intereses políticos de los partidos religiosos que están interesados en transferir los tribunales rabínicos especiales de la órbita de la Oficina del Primer Ministro a la del Gran Rabinato de Israel, puja de poder que lamentablemente se hace a costa de los nuevos inmigrantes interesados en ser reconocidos como judíos plenos.
La situación creada obligó a la intervención de la Corte Suprema de Justicia de Israel, la cual conminó recientemente al Gran Tribunal Rabínico a explicar los fundamentos de su resolución de anular las conversiones al judaísmo realizadas hasta ahora por los tribunales rabínicos especiales dependientes de la Oficina del Primer Ministro. Paralelamente, la Corte Suprema ordenó al Estado financiar por igual los institutos de enseñanza de judaísmo para candidatos a la conversión religiosa de las tres corrientes religiosas: ortodoxa, conservadora y reformista.
Esa resolución ha enfurecido a los sectores extremistas religiosos de la ortodoxia, los cuales desconocen la legitimidad de las corrientes religiosas judías liberales.
La ofensiva de los partidos religiosos ortodoxos no se limita sólo al cuestionamiento de las conversiones de nuevos inmigrantes sino que se proyecta también a lograr la ampliación de las atribuciones de los tribunales rabínicos en todo lo relacionado con el divorcio religioso, exigiendo que se permita a dichos tribunales tratar también cuestiones civiles y pecuniarias derivadas de los acuerdos de divorcio.
Esa ampliación de la jurisdicción legal rabínica es resistida por amplios sectores de la población, especialmente las mujeres, quienes consideran que las Cortes rabínicas actúan en forma no ecuánime hacia ellas.
Como es dable observar, las demandas de los sectores religiosos ortodoxos son variadas y encierran una potencial influencia conflictiva sobre la sociedad israelí, al acentuar las tensiones entre segmentos diversos de la población. En ese sentido, se hace imperioso que el liderazgo rabínico y la dirigencia política del país reformulen por completo su actitud respecto a la conversión al judaismo.
En el contexto de una sociedad nacional soberana en el cual la identidad colectiva y personal judía es plasmada a diario por las estructuras educativas, los medios masivos de comunicación y numerosas instituciones nacionales de carácter integrador, la actitud oficial frente a la conversión debe ser reformulada con un sentido amplio y cooptador.
En ese sentido, las autoridades rabínicas deben comprender que es imperioso incorporar formalmente al pueblo judío a un colectivo humano que de hecho está ya integrado en la sociedad israelí, que convive y actúa en un medio judío, que es socializado judaicamente a diario por los medios de comunicación masivos, que está ligado por vínculos de parentesco con judíos y que se siente parte de este país.
También los partidos políticos ortodoxos deben respetar la autoridad del sistema judicial estatal, sin tratar de extender sus atribuciones a materias que exceden el ámbito estrictamente religioso. El establishment ortodoxo debería comenzar a actuar como un verdadero liderazgo espiritual capaz de inspirar con su ejemplo personal en la recreación de un judaismo atractivo, dinámico, abierto e inspirador que permita convocar a todos los sectores de la población, llamándoles a plasmar su identidad personal y colectiva según las pautas y valores del judaísmo