Rabbi Dr. Adam Chalom
Se dice que a la tradición judía le encantan las preguntas, pero por otro lado el Kitzur Shulján Aruj dice que «No se permite dar un alumno (para estudiar) a un ‘apikoros’ [hereje judío], que es mucho peor que dárselo a alguien que no es judío, porque se teme que el niño puede seguir sus pasos.» Si aprendemos que la ciencia y la arqueología contradicen a las narraciones judías tradicionales, de Bereshit al Éxodo y más, ¿podemos enseñárselo a los niños? Si la literatura moderna judía nos inspira más que la Torá o el Talmud, ¿se puede estudiar la literatura moderna en lugar de la literatura tradicional? Si no se ve evidencia convincente del Dios que responde a oraciones, tal como está escrito en la Torá: recompensa a los justos y castiga a los malvados, alimenta a los hambrientos, y todo lo que dice la liturgia judía tradicional, ¿se puede decir todo esto en voz alta? Si nuestro comportamiento actual demuestra que confiamos en el poder y el conocimiento humanos que contradicen las creencias populares que digamos que creemos, ¿se puede indicar la contradicción y encontrar inspiración para vivir y hablar coherentemente? ¿Puede un «apikoros» ser judío, y aún ser rabino?
En 1963, cuando el rabino Sherwin T. Wine empezó su camino como el primer rabino humanista con la primera sinagoga humanista, el «Birmingham Temple» cerca de Detroit, Michigan, Estados Unidos, recibió críticas de todas partes. Judíos religiosos, desde los reformistas hasta los ortodoxos, dijeron, «¿Cómo puede usted llamarse rabino? Ser rabino significa ocuparse de Dios.» No importa que muchos miembros de sus sinagogas son laicos en su vida privada pero son miembros de sinagogas religiosas para «sentirse judíos». Y judíos laicos, de sionistas hasta idishistas, también dijeron, «¿Por qué quiere usted llamarse rabino? Ser rabino significa ocuparse de Dios.» No importó que lo que el Rabino Wine llamó «Judaísmo Humanista» era muy parecido a cómo estos judíos celebraban su judaísmo. Muchos judíos estadounidenses se describen a sí mismos con un idioma religioso: la identidad judía es judaísmo, un líder judío es un rabino, una comunidad judía es una sinagoga. Entonces esta síntesis del judaísmo laico –la filosofía humanista y las formas religiosas– hablan a los judíos que todavía no se han dado cuenta de quiénes realmente son. A veces estar con un pie de cada lado en lugar de estar sentado en el medio, te da lo mejor de ambos mundos.
El rabino Sherwin T. Wine murió en Julio 2007. Después de 44 años de trabajo, dejó más de 30 congregaciones en la Sociedad por el Judaísmo Humanista. También hay más de 50 líderes y rabinos egresados del Instituto Internacional de Judaísmo Laico Humanista, del que fue el decano, incluyendo decenas en Israel. El trabajo de Wine de hacer coaliciones con muchas organizaciones, judías y humanistas generales, ha difundido su mensaje por doquier.
El rabino Wine fue memorable – todos los que lo oyeron se impresionaron por su conocimiento, su pensamiento claro, sus fuertes creencias, y su humor (se puede ver algunos de sus videos aquí). También fue un consejero destacado y sensible, cien porciento presente cuando se necesitaba su presencia, sin importar cuán ocupado estaba.
Ninguna filosofía de la identidad judía brota del polvo como Adam en el Torá. Creemos en la evolución, y todos los judaísmos de hoy evolucionaron de formas anteriores, con mucha variedad. La Haskalá, o Iluminismo Judío, precede al Judaísmo Progresista. Judíos socialistas, judíos cosmopolitas que se llaman «solamente judíos,» y los idishistas y sionistas fueron judíos laicos. Todos ellos pertenecen a una generación anterior al judaísmo humanista. Los primeros judíos laicos fueron apikorsim – que dejaron atrás al judaísmo tradicional. Escritores como I.L. Peretz y su público conocían muy bien las creencias, los libros y los ritos tradicionales de los que se burlaban. El reto fue asegurar que la siguiente generación fuera capaz de entender la broma – si siempre ves a Iom Kipur como una celebración, la celebración será tu tradición! Si haces lo opuesto a la tradición, o no haces nada, puede ser menos eficaz que utilizar los aspectos fuertes de la tradición con integridad y creatividad.
En el judaísmo laico humanista, el laicismo filosófico es el núcleo. Una filosofía naturalista para la vida que enfatiza el poder y la responsabilidad humana, lo que los seres humanos pueden descubrir, saber y hacer por sí mismos sin autoridad sobrenatural – este es el filtro a través del cual se puede celebrar la cultura judía con integridad. La filosofia laica ha llevado a Félix Adler y a su movimiento «Ethical Culture» fuera del judaísmo; el rabino Sherwin Wine luchó para conjugar los dos. Ha guardado las formas del judaísmo religioso (rabino, sinagoga) mientras que las ha impregnado con el conocimiento laico. Su Séfer Torá está en la biblioteca de la sinagoga – con los otros libros escritos por autores humanos.
Wine mismo fue producto de muchos ambientes. Creció en los barrios judíos de Detroit, en una casa tradicional hablando ídish con sus padres inmigrantes que fueron miembros de una sinagoga conservadora. Su inteligencia y apetito por el conocimiento lo llevaron a la Universidad de Michigan a realizar estudios en filosofía, pero su amor por el pueblo judío lo llevó a ser rabino reformista, movimiento que era más abierto a las preguntas teológicas en aquella época. Sus experiencias en Corea como capellán castrense lo convencieron que ser judío era mucho más que sólo religión – los soldados judíos se interesaban mucho más en un salame que en servicios religiosos. Después de trabajar como rabino asistente en el Temple Beth El en Detroit, empezó a trabajar autónomamente, primero en el Nuevo Temple Beth El en Windsor, Ontario, y después en el Birmingham Temple. Como me dijo una vez, «no tengo el temperamento adecuado para ser asistente.»
El primer reto que su nuevo judaísmo tenía que resolver fue: qué hacer con la religión judía tradicional. Y su respuesta innovadora fue: «no tirar la sinagoga con la mikve [baño ritual]», en alusión al famoso dicho de «no tirar al bebé con el agua de la bañera». Antes, los judaísmos laicos habían dejado al individuo o habían abandonado completamente lo que consideraban «religioso sin remedio»: Shabat, Bar Mitzvá, Iom Kipur. El Séder de Pésaj como celebración de una revolución de obreros ya se había hecho, ¿pero era realmente posible cambiar de «Osé Shalom» (Él hará la paz) a «Naasé Shalom» (haremos la paz)? ¿Shabat se puede interpretar como celebración del sentimiento judío comunitario y de inspiración filosófica? ¿Iom Kipur como oportunidad para la reflexión personal, y el Bar o Bat Mitzvá como ceremonia de la mayoría de edad que puede celebrar también los principios personales y la conexión a toda la civilización judía, incluso a través de la Torá? ¿Cuántas formas religiosas judías se pueden adaptar a una cosmovisión laica y humanista? El rabino Wine fue impaciente con los pequeños cambios en la liturgia que habían hecho los judaísmos Reformista y Reconstruccionista. «Para la mente escéptica, analítica y sofisticada, adorar es dificil. Y para el devoto que ha redefinido ‘Dios’ como una fuerza impersonal, el rezo es irrelevante… no vale la pena cambiar el rezo para personas que no quieren rezar. Quizás se necesitan alternativas más radicales.» [Humanistic Judaism, 1978, p. 9]
Esto llevó al segundo reto: cómo balancear su humanismo con su judaísmo. Wine estaba completamente comprometido con su cosmovisión humanista, donde encontró mucha inspiración de los filosófos humanistas (tanto judíos como no judíos). Erich Fromm y Sigmund Freud, y también Epicurus, Bertrand Russell, John Stuart Mill, Jean-Paul Sartre y George Santayana fueron personajes importantes en su pensamiento. Con la evolución del judaísmo laico humanista, Wine empezó a explicar su ideología no solamente como combinación de filosofía personal y cultura familiar, sino también como filosofía personal que creció de la cultura familiar. Es decir, el humanismo que surge de un entendimiento laico de la experiencia judía puede ser confirmado por los estudios filosóficos, pero no es solamente el resultado del pensamiento racional y abstracto. Al mismo tiempo, «No podemos ser seres humanos plenamente desarrollados si no podemos usar la creatividad universal para inspirarnos.» [«Response» en A Life of Courage, 2003, p. 300]
Además de las organizaciones judías que inició, Wine también trabajó con muchos grupos no-judíos. La Voz de la Razón para combatir el fundamentalismo religioso, el Instituto Humanista para formar líderes humanistas (junto con el movimiento Ethical Culture y otros), el Mercaz para el Nuevo Pensamiento para explorar los temas que le interesaban, y mucho más. Su obra filosófica humanista general, Cómo Mantener la Cordura en un Mundo Loco, fue traducida al castellano.
A su curriculum se puede acreditar que el rabino Wine siempre ofició y co-ofició bodas interreligiosas y gays, mucho antes que la comunidad judía organizada estuviera dispuesta a enfrentar esas realidades. Las miles de bodas interreligiosas que ofició abrieron una puerta a una futura conexión judía que de otro modo habría sido cerrada. Su pareja personal con un hombre, aunque nunca fue legal, duró más que muchas bodas en las que ofició. Y para los judíos que solamente buscaban un rabino para su boda, él abrió sus ojos a un judaísmo cultural que nunca habrían descubierto.
Wine era un orador buscando audiencia, pronunciando un discurso inspirador y educativo de una hora con una pequeña tarjeta de notas (o sin notas), e hizo muchos programas radiales cada semana (se puede oír algunos aquí). Escribió artículos en cada número de la revista Humanistic Judaism durante 40 años, pero su escritura de libros era limitada por su ocupación como rabino de una sinagoga de 400 familias, oficiante de bodas y funerales, y por ser líder de un movimiento internacional.
En sus primeras obras, era claro que era provocativo y perspicaz. Su primer colección de ensayos (Humanistic Judaism, 1978) demuestra la inspiradora frase:
Un judaísmo honesto no describe lo que los judíos creyeron en tiempos pasados, sino que aclara y articula lo que los judíos creen hoy. Porque la identidad judía es una identidad étnica, el judaísmo cambia cada siglo. En los días de Salomón era politeísta; en los días de Hillel era monoteísta; en nuestros días se ha convertido, desde todo stándar de comportamiento, en humanista. Siempre que haya un pueblo judío, lo que cree la gran mayoría de la gente se puede llamar «judaísmo». Entonces, nuestro cometido es de descartar pretensión, observar nuestras propias acciones, y descubrir lo que realmente creemos. Sin autoestima honesta, estamos condenados a la fútil tarea de mejorar las ilusiones. (10)
Y la polémica:
El intento de igualar judaísmo con valores sociales muy respetables es un acto de burla moral. Sugiere, por implicación, que esos valores no se encuentran en el comportamiento de no-judíos. Un acto así, sin gracia, es típico de los auto-justos. (57)
Ni la Biblia ni el Talmud tienen un orden lógico que puede satisfacer a un pensador abstracto competente. Aunque el alfabetismo y estudio de la Torá eran comunes entre los judíos, ninguno sugirió la intelectualidad. Porque el personaje del intelectual no está determinado por la capacidad de leer o la cantidad de estudio. Depende de cómo alguién lee y estudia. El plan de estudios del jéder o la ieshivá polacos no fue más intelectual que el plan de estudios de una escuela del Corán en Argelia. (98)
Aún cuando Wine podría ser desafiante, su propuesta siempre incluyó planes para reconstruir sobre una base más estable. Su presentación sistemática del Judaísmo Humanista, Judaism Beyond God (1985, nueva edición en 2017) incluye filosofía personal y ética; respuestas a otras alternativas judías (religiosas y laicas); su enfoque de la identidad, la historia y la literatura judía; y cómo celebrar las fiestas judías y las ceremonias de vida, incluyendo las bodas interreligiosas y la conversión. Como escribió, «El escepticismo de que la historia judía tiene orígenes divinos es la perspectiva de los judíos humanistas, pero esto es menos importante que nuestra afirmación que la cultura judía fue creada por el pueblo judío…creer es mejor que no creer.» (228, 231)
Para entender completamente el judaísmo humanista, hay que experimentarlo. Celebration: A Ceremonial and Philosophic Guide for Humanists and Humanistic Jews (1988) incluye muchas de los ceremonias para Shabat y festividades escrito por Wine durante sus primeros 25 años en el Birmingham Temple. Cada «servicio» incluye lecturas inspiradoras (en inglés) y canciones en hebreo, ídish e inglés. Hay muchos servicios sobre temas filosóficos como «La Ética», «El Amor», » La Razón», que muchas veces refirieron a la historia o a la cultura judía, y también algunos sobre temas judíos, celebraciones para niños y adultos, y ceremonias de vida. Mientras que las celebraciones en el Judaísmo Humanista han evolucionado de este modelo, todavía son la base de la liturgia judía humanista.
La formulación más madura de la filosofía de Wine está en A Life of Courage: Sherwin Wine and Humanistic Judaism (2003). Este libro contiene dos ensayos biográficos sobre su vida y su trabajo, ensayos personales y filosóficos sobre su trabajo y sobre el judaísmo humanista, y un ensayo por Wine mismo en el que resume su vida, sus obras y sus creencias. Escribiendo su liturgia original:
De todas mis creaciones, mi favorita es la canción «Eifo Orí»… Quería escribir una letra corta que resuma la esencia del judaísmo humanista y su mensaje del empoderamiento personal y de la responsabilidad ética. «¿Dónde está mi luz? Mi luz está en mi. ¿Dónde está mi esperanza? Mi esperanza está en mí. ¿Dónde está mi fuerza? Mi fuerza está en mí. Y en tí.» Nunca se escribirá un Deuteronomio. Pero quizás ayude a los adultos y a los niños a celebrar nuestro mensaje. (301-2)
Sherwin Wine era rabino y apikoros, hombre del Renacimiento, orador inspirador y filósofo; su vida y el judaísmo humanista son encarnaciones del proverbio laico judío de Jaim Zhitlowsky: vos mer mench, als mer íd, un vos mer íd, als mer mench – Cuanto más humano, más judío. Y cuanto más judío, más humano.