José Alberto Itzigsohn

La aparición y difusión del movimiento de judaísmo laico y humanista es un fenómeno bienvenido que viene a satisfacer las necesidades de un público judío creciente en Israel y la díaspora, que desea afirmar su identidad cultural judía.
El judaísmo laico no-religioso se caracteriza por hacer una lectura de los textos y fuentes judías en la que prima la racionalidad y la realización de ceremonias y eventos tradicionalmente cumplidas por la religión.
Estimo necesario hacer algunas reflexiones sobre el fenómeno religioso:
Durkheim definió a los fenómenos religiosos como fenómenos sociales exteriores al individuo, producto de sus reflexiones sobre la realidad, además de su carácter de obligatoriedad y a partir de esto, su carácter de transmisibilidad de una generación a otra.
La teoría de las representaciones colectivas, otra de las cualidades del fenómeno religioso, permiten calificar a éste como un elemento que funciona integrando el cuerpo social. La realidad social no se conoce sólo contemplándola desde afuera e ignorando su infraestructura. El método genético evolutivo de la historia del proceso religioso nos permite conocer su infraestructura. Este método nos demuestra el carácter cambiante del proceso religioso y las circunstancias histórico sociales que determinan sus cambios.
El relato religioso describe ritos y mitos, ambos fenómenos que se desarrollan en el espacio y en el tiempo: los espacios son los templos y otros lugares sagrados y los tiempos son las fiestas y eventos del calendario. Los ritos y los mitos se concretan en plegarias. Estos tres elementos están profundamente asociados a toda la estructura social y por lo tanto se trata de una coyuntura de posibles cambios. En este espacio de cambio, la fuerza subjetiva del individuo incide sobre la unidad grupal hasta que el cambio se consolida.
Esta breve descripción nos permite reconocer el camino de algunos cambios hasta la consolidación de un fenómeno como el judaísmo laico.
El contacto del pueblo judío con el medio circundante ha creado distintas tendencias, algunas de ellas contradictorias. Las reacciones al cambio son muy fuertes pero pese a todo podemos apreciar corrientes distintas. En primer lugar podemos ver corrientes ultraortodoxas que se cierran en sí mismas creando una muralla que las separa del mundo. Paralelamente a esta corriente se desarrollan los ortodoxos modernos que coinciden con el rito y mito con los anteriores, pero aceptando las reglas que el estado y la sociedad crean. Integran el esquema del fenómeno religioso otras tendencias modernas desarrolladas en Europa bajo la influencia del Iluminisimo. Estas son las corrientes reformista y conservadora y más tarde la reconstruccionista. Estas corrientes instituyen cambios en el ritual y en la interpretación del mismo, incorporando elementos de la modernidad como el feminismo, el concepto abierto de la estructura familiar y su interés con el intercambio religioso con otras corrientes.
En las estructuras sociales judías – en Israel y en la diáspora, existe un gran número de personas que cumplen con ciertos rituales religiosos, como las festividades y los ritos de pasaje.
Además de este grupo, también debemos considerar a los agnósticos que participan, por tradición, de algunos rituales, asignándoles un carácter estético o existencial. El judaísmo laico aparece como una necesidad de darles un contenido de identidad judía y al mismo tiempo darles un carácter de universalidad y pertenencia. Estos dos elementos – identidad y universalidad, están contenidos en el enunciado del judaísmo laico en donde el término judaísmo habla de los tesoros intelectuales que la cultura judía atesoró en el curso del tiempo. El agregado laico se refiere a la posibilidad de una interpretación que asume la universalidad de lo racional.
La religión judía es, como hemos señalado, una religión histórica que incluye momentos humanistas sublimes y también aspectos contradictorios que se pueden explicar por el momento histórico en el que fueron formulados. Por eso es tan importante el desarrollo del judaísmo humanista que nos permite gozar de los momentos más sublimes de nuestro acervo. Cualquier judío laico y humanista puede sentirse orgulloso con las palabras de los profetas Isaías y Mijá sobre el fin de las guerras, o con la descripción en el libro de Jonás del arrepentimiento y el ulterior perdón de la vida de loos habitantes de Nínive, capital de Asiria, el archienemigo de los pueblos de la región. Y como estos ejemplos hay muchos más.
También podemos sentirnos orgullosos de muchos de los aforismos de quienes llamamos los sabios del pasado de bendita memoria –JAZAL– como por ejemplo el aforismo de Pirkéi Avot, el Tratado de los Principios: ¿Quién es un sabio? El que puede aprender de todos los hombres. También podemos recordar el dicho talmúdico: Un sueño que no se descifra es como una carta que no se lee. Los ejemplos son innumerables.
Por cierto, somos herederos de una gran tradición cultural que debe ser aprendida y enseñada fuera del marco religioso.

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