Después de Auschwitz no hay teología:
de las chimeneas del Vaticano sube humo blanco,
señal que los cardenales eligieron papa.
De los crematorios de Auschwitz sale humo negro,
señal que Elohim aún no decidieron sobre la elección
del pueblo elegido.

Después de Auschwitz no hay teología:
los números en los antebrazos de los prisioneros del exterminio
son los números telefónicos de Elohim,
números de los que no hay respuesta
y ahora están desconectados, uno a uno.

Después de Auschwitz hay una nueva teología:
los judíos que murieron en la Shoá
se volvieron parecidos a su Elohim
que no tiene figura ni tiene cuerpo
ellos no tienen figura ni tienen cuerpo.

Traducción: Efraim Zadoff
Revisión: Florinda F. Goldberg

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