Rabino Avi Pascal
Bereshit 30:14-18
(14) Andaba Reuvén por el campo en días de la siega del trigo y halló mandrágoras que trajo a Lea su madre. Rajel dijo a Lea: «Dame por favor las mandrágoras de tu hijo». (15) Lea le respondió: «¿No te alcanza haber tomado a mi marido y pretendes tomar también las mandrágoras de mi hijo?» (16) Rajel respondió: «Él se acostará contigo si me das las mandrágoras de tu hijo». (17) Cuando vino Iaakov del campo al atardecer, salió Lea a su encuentro y le dijo: «Vendrás a mí a cambio de las mandrágoras de mi hijo». Y él se acostó con ella esa noche. (17) Dios escuchó a Lea que concibió y dio a Iaakov un quinto hijo. (18) Dijo Lea: «Dios me premió porque he dado mi sierva a mi marido». Y llamó a este hijo Isasjar.
¿Qué son las mandrágoras? ¿Qué poder tienen? ¿Por qué son tan requeridas y su precio es tan elevado? De acuerdo a esta narración bíblica, la planta de la mandrágora o atropa mandragora en su nombre científico, fue considerada durante muchos años una medicina para la fertilidad y curación de la esterilidad. Es de suponer que ésto no se debe a sus propiedades botánicas sino al formato de su gruesa raíz que a veces recuerda la forma del órgano sexual masculino. No sólo mujeres estériles la utilizan. También varones en el Medio Oriente usan un collar con frutos de esta planta como amuleto para la potencia viril. Parecería que la mandrágora brindaba potencia viril o que sus contextos crearon la impresión de potencia viril. También en Shir Hashirim (Cantar de los Cantares) se hace clara referencia sexual a la mandrágora:
«Yo soy de mi amado y su deseo es hacia mí.
Ven, amado mío, vayamos al prado, pernoctemos en las aldeas.
Madruguemos y vamos a los viñedos para ver si floreció la viña, si brotó su fruto y si los granados han florecido. Allí te daré mi amor.
Las mandrágoras exhalan su fragancia, y a nuestras puertas hay todo tipo de frutos preciados, nuevos y añejos; que tengo guardados para ti, amado mío» (Shir hashirim 7:11-14)
Iona Bar Maoz, profesora de la Universidad de Bar Ilán nos dice: «La historia de las mandrágoras es la cima de la competencia entre Lea y Rajel por su lugar en la casa de Iaakov. Tras recibir las madrágoras, cede Rajel su derecho a Iaakov, derecho que se adjudicó por el amor que Iaakov le profesaba. Reuvén aspiraba lograr este cambio en la posición de su madre en el corazón de Iaakov y por éso fue a buscar las mandrágoras. No fue un hallazgo casual sino resultado de una búsqueda intencionada.
Al retornar a la narración sobre el hallazgo de las mandrágoras, advertimos que no se trata de un niño pequeño que juega inocentemente en el prado y encontró de casualidad la planta, a la que se atribuye el despertar el amor y acrecentar la fertilidad. Es un joven inteligente, atento a la angustia emocional de su madre y hace lo posible por ayudarla. Tras haber escuchado de las propiedades de la mandrágora, va a buscarlas en la temporada que son fáciles de encontrar, cuando su fruto maduro y dorado y su aroma dulzón, facilitan encontrarlo entre las plantas silvestres.
El intercambio de Iaakov entre sus dos mujeres, es el tema central en estos versículos. Reuvén, el hijo primogénito de Lea, trae a su madre mandrágoras, con el objetivo de acrecentar el deseo de su padre por su madre (!). Rajel ve las mandrágoras en manos de Reuvén y las pide para sí, para acrecentar el deseo de Iaakov por ella, ya que no puede dar a luz. Lea está muy enojada con Rajel, que no se satisface con haberle quitado a Iaakov, sino que también pretende las mandrágoras. Rajel, desesperada por dar a luz, cede una noche con Iaakov a favor de su hermana y competidora, para recibir las mandrágoras.
En el trato por Iaakov, resulta que el precio de una noche con él, se justifica por las mandrágoras, convirtiendo así al patriarca en mercancía, que su precio se paga con las preciadas flores.
Iaakov retorna de la pradera tras un día entero con sus ovejas y cabras. En el camino se encuentra con Lea que está al acecho, y antes de recibir agua para beber, le anuncia: «Vendrás a mí porque te he cambiado por las mandrágoras de mi hijo». En idioma corriente: te compré a Rajel con las mandrágoras y esta noche estarás conmigo. Lea consigue su objetivo y tras un cese en sus embarazos y la entrega de su sierva a Iaakov, acto duro de por sí, logra dar a luz a su quinto hijo. El precio de haber alquilado a Iaakov es eternizado con el nombre, tan difícil de pronunciar: Isasjar (la raíz de este nombre en hebreo proviene de la palabra sajar, que significa remuneración).
De esta narración surge que el varón todopoderoso, está a disposición de sus mujeres, como un toro semental, y ellas lo manejan a voluntad de acuerdo a sus necesidades y la negociación entre ellas. La rivalidad entre ambas hermanas produce iniciativas, independencia, toma de decisiones difíciles, la convocatoria de miembros de la familia (Reuvén) e intrigas sin fin.
Para finalizar, un fragmento malévolo: RASHI, uno de los intérpretes tradicionales más reconocidos, explica el versículo Él se acostará contigo si me das las mandrágoras de tu hijo, de la siguiente manera: «El derecho a acostarse esta noche me pertenece, y te lo cedo a cambio de las mandrágoras de tu hijo». Y agrega en nombre de JAZAL (los sabios del Talmud): «Por haber despreciado el acostarse con el tzadik (justo, piadoso) no tuvo el privilegio de ser enterrada con él (Tratado Nidá 31)».
El castigo de Rajel consiste en que está enterrada en el camino a Bet Léjem (Belén), y el premio de Lea es que fue sepultada junto a Iaakov (el tzadik…) en la cueva de la Majpelá en Hebrón.
Rechazo la maldad de JAZAL. Tendría expectativas de un poco de compasión, empatía, aprecio, por las dos mujeres que luchan por su posición, por sus hijos, por una noche con el «tzadik». El nombre Isasjar sólo perdura la imagen del piadoso.
Deseo un shabat de armonía en la familia, un shabat de una mujer con un varón. Shabat shalom.