Lic. Rafael (Rufo) Winter

«Que Dios te haga como a Efraim y Menashé» Bereshit (Génesis) 48: 20

Leemos esta semana la última parashá del primer libro de la Torá, Bereshit. Se llama Vaieji (vivió), pues el primer pasuk (versículo) de la parashá comienza diciendo «Vaiejí Iaakov beéretz Mitzráim shva esré shaná» (Iaakov vivió en la tierra de Egipto diecisiete años).
Inmediatamente la parashá agrega que Iaakov llegó a la edad de 147 años.
Cuando se acercan sus instantes finales, Iaakov llama a Iosef, su hijo preferido y le pide «… no me sepultes en Egipto, y me acostaré junto a mis padres; habrás de llevarme de Egipto y me sepultarás en su sepulcro». (Ber. 47:29-30)
Iaakov deseaba ser sepultado en el mismo lugar que sus padres, nuestros antepasados Abraham e Itzjak.

(Es interesante el hecho que si bien a Iaakov ya se le había cambiado el nombre por «Israel» de acuerdo al conocido episodio de parshat Vaishlaj en el cual lucha con el ángel y prevalece, de todos modos y también en esta parashá el nombre Iaakov continúa: se lo denomina «Israel» pero se lo sigue también llamando «Iaakov».)

Iaakov no sabe cuándo morirá, pero al sentir que se acerca su final, quiere bendecir a su hijo predilecto Iosef. Éste, inesperadamente, trajo con él a sus dos hijos, Efraim y Menashé.
Vio Iaakov a sus dos nietos y quizás, porque debido a su ancianidad no podía ver bien, no los reconoce –¿se repite la historia de la bendición de Itzjak a Iaakov y Esav? – y pregunta quiénes son. Iosef responde que son sus hijos tras lo cual Iaakov se propone bendecirlos.»Tráemelos ahora y los bendeciré». (Ber. 48: 9)
«Tendió Israel su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraim (que era el menor) y zu izquierda sobre la cabeza de Menashé (el primogénito)».

En este punto es interesante citar al Rabino.Mordejái Edery en su comentario a la parasha Vaiejí: «Así como (en su momento) Itzjak bendice por ‘error’ a Iaakov disfrazado de Esav, el mismo Iaakov en su ancianidad se verá sumido en una situación casi análoga. Sus manos confundirán, conciente o inconcientemente, al primogénito con el menor. Esto parece ser una constante en la vida de Iaakov quien, evidentemente, sufrió también cuando su suegro Laván le engañó dándole por esposa a Lea – la hija primogénita, en lugar de Rajel, la hija menor». ( pág. 317)

Efectivamente: en la agitada vida del Patriarca Iaakov el tema de los conflictos y las confusiones relativas a los primogénitos (engaños incluidos) y las preferencias, ocupan un lugar muy significativo.

Finalmente tiene lugar la bendición de Iaakov a sus nietos: «Iesimja Elohim keEfraim vejiMenasheh», es decir: Dios te haga como Efraim y como Menashé. Y puso pues a Efraim, el menor, antes que a Menashé, el primogénito.
Esta es la bendición que tradicionalmente imparten los padres a sus hijos varones en víspera de shabat.

Por sobre todo, la bendición a los nietos se puede interpretar como el hecho de que, mantener el judaísmo no va sólo a través de los hijos sino, mirando más allá, de los nietos. Alguien dijo alguna vez: «¿quién es judío? aquél cuyos nietos son o serán judíos».
Definición que no mira solamente al pasado sino más bien al futuro.

Iaakov, antes de dejar este mundo terrenal desea bendecir a todos sus hijos, lo que efectivamente hará – a cada uno por separado. Pero en las palabras de Iaakov no sólo encontramos bendiciones sino también, al decir del Rabino Edery «amonestaciones, reprimendas y vaticinios de futuro».
Bendice a sus hijos tomando en cuenta las características de cada uno y eso se refleja en cada bendición. Para tomar un solo ejemplo: «Zebulún, en la ribera de los mares habrá de morar y él, en la costa de naves estará y su flanco hasta Sidón» (Ber. 49: 13).
Iosef, mas allá del hecho de que sus hijos fueron bendecidos, será él mismo también bendecido.

Concluyó Iaakov de bendecir a sus hijos y falleció. «Se echó Iosef sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó» (Ber. 50:1). El cuerpo de Iaakov fue embalsamado. Lo lloraron los egipcios… ¡¡setenta días!!
Iosef pide autorización para llevar el cuerpo embalsamado de su padre a Eretz Knaan para ser sepultado alli lo cual le es concedido. Toda una comitiva integrada por Iosef, familia, hermanos y muchos egipcios también, se dirigen a Eretz Knaan para cumplir con la sagrada tarea de la Levaiá (entierro).
En el mismo lugar en el cual los antepasados de Iaakov.

Iaakov. Un personaje singular. Humano, muy humano como todos los que el Tanaj menciona. Que pasó por muchos avatares. Que tuvo que luchar con los demás (¿ángel incluido?) pero que, por sobre todo, tuvo a lo largo de su vida que luchar consigo mismo. De alguna forma, «Israel» significaría la superación de Iaakov.

Luego retornan a Egipto. Iosef vivió hasta la edad de ciento diez años y alcanzará a ver aun a los hijos de sus hijos. Del mismo modo que su padre, Iosef expresa el deseo de que, cuando abandone este mundo terrenal, sea enterrado en Eretz Knaan. Sin embargo, no pide a sus hermanos que lo sepulten específicamente en Mearat Hamajpelá, como a los patriarcas.
De acuerdo al exégeta Abarbanel citado por el Rabino Edery «ya que él no se considera Patriarca de Israel. Y tal vez para no despertar celos y envidias después de su muerte». (Pág.332)

Este pedido de Iosef será cumplido por Bnei Israel cuando salgan de Egipto.
Moshé mismo llevará con él «los huesos de Iosef». (Shemot 13: 19)

Quiero dedicar esta breve reseña de la parashá Vaieji a la memoria de mi papá, haRav Shlomó ben haRav Moshé (Z»L) ya que Vaieji fue la parashá de su propia ceremonia de Bar Mitzvá.
Quiero dedicarla también a mi mamá Janábat Moshé que acaba de cumplir 95 años. ¡Ad mea ke esrim! (Hasta los cien años como si fueran veinte)

 

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