Lic. Rafael (Rufo) Winter
El primer capítulo de la parashá Jaiei-Sará (Vidas de Sara), comienza con la desaparición física de Sará. Dice que llegó a vivir hasta la avanzada edad de 127 años. Única mujer de la Torá de la cual se dice su edad al fallecer.
Los comentaristas interpretan, de acuerdo al texto, que Sará mantenía la misma frescura a los 100 años como a los veinte e incluso como a los siete.
Cuando Sará dejó este mundo terrenal Abraham, su esposo, busca un lugar para enterrarla. Lo conseguirá a través de un tal Efron el heteo. Efron le ofrece un terreno; Abraham considera que, por la razón por la cual quiere disponer del terreno, amerita darle el valor que corresponde es decir pagar por él.
Efron el heteo finalmente se lo vende en cuatrocientos shekalim. El lugar será conocido como Mearat Hamajpelá, la cueva de Majpelá. Se ubica en Kiryat Arba-Hebrón. Con el paso del tiempo será conocido como la «Tumba de los Patriarcas» ya que, posteriormente, otros Patriarcas y Matriarcas seran enterrados alli de acuerdo al relato de la Torá.
Al buscar un terreno «particular» para enterrar a Sara, Abraham demuestra su convicción de que es menester que el naciente pueblo hebreo permanezca junto, no solo en este mundo físico, real, sino después de la vida también. ¿Podríamos denominar a la Cueva de Majpelá como el primer cementerio judío que registra la historia? Otra contribución más-fundamental-de nuestro patriarca Abraham a lo que son nuestros principios y fundamentos básicos.
Dor holej vedor ba. Una generación se va, con Sará. Otra vendrá con Itzjak y Rivká.
Abraham -cuyo hijo Itzjak había sobrevivido al «sacrificio»- considera llegado el momento para que su hijo forme familia. Seguramente pensando en la continuidad del naciente pueblo. Y entonces le pide a su mayordomo Eliezer que salga a buscar una compañera para Itzjak. Itzjak es pasivo. No decide su destino. Otros lo deciden por él.
Eliezer sale en búsqueda de una compañera para Itzjak. Un largo capítulo se refiere a este tema.
Y luego de recorrer un largo camino la encuentra finalmente en la persona de Rivka.
El nombre de Rivka, hija de Betuel, ya se menciona al final de la parasha anterior, Vaierá.
Eliezer lleva a Rivka a Itzjak para que la conozca. Evidentemente queda impresionado y ambos formalizarán su relación, con el visto bueno de Abraham. Para él era importante que la futura mujer de su hijo comparta valores y creencias con el pueblo que de Abraham se estaba conformando.
Era uno de los aspectos a tener en cuenta por el mayordomo de Abraham al momento de elegir compañera para Itzjak.
Itzjak será el segundo Patriarca y Rivka la segunda matriarca.
La pasividad general de Itzjak contrasta con la personalidad de Rivka quien, en ocasiones futuras, tomará decisiones y será parte activa en varios acontecimientos importantes.
El comienzo de la parashá narra la desaparición física de Sara. El final de la misma narra la desaparición física de Abraham a la muy avanzada edad de ciento setenta y cinco años.
Abraham deja este mundo «en buena vejez y habiendo sido bendecido en todo».
A pesar de que sus hijos Itzjak e Ishmael habían estado distanciados desde muy jóvenes, el entierro del padre los reúne a ambos en el lecho de muerte de su progenitor.
La larga historia de Itzjak e Ishmael -no me refiero solo a la de ellos dos, me refiero por sobre todo a las naciones que representan, judíos y árabes- ha sido de encuentros y desencuentros, abundando más estos últimos, especialmente durante el último siglo.
¿Llegará nuevamenrte el día en el cual Itzjak e Ishmael se puedan reencontrar?
SHABAT SHALOM!