Rabino Emanuel (Mani) Gal

8 (6) Al cabo de cuarenta días, Nóaj abrió la ventana que había hecho en el arca. (7) Envió al cuervo que voló, yendo y viniendo hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. (8) Luego envió a la paloma para ver si ya habían desaparecido las aguas del diluvio de la faz de la tierra, (9) pero la paloma no encontró dónde apoyar sus patas y retornó junto a Nóaj porque todavía las aguas cubrían toda la superficie de la tierra. Nóaj extendió su mano, la tomó y la introdujo en el arca. (10) Esperó siete días y envió nuevamente a la paloma del arca. (11) Al atardecer volvió a él la paloma trayendo en su pico una hoja verde de olivo. Así supo Nóaj que se habían retirado las aguas de la faz de la tierra. (12) Esperó aún otros siete días y soltó nuevamente la paloma, que ya no volvió más. (13) Fue en el año seiscientos y uno, el día primero del primer mes cuando se secaron las aguas sobre la tierra. Quitó entonces Nóaj la cubierta del arca y vio que la superficie de la tierra se había secado. (14) Y en el mes segundo, el día veintisiete del mes, la tierra ya estaba seca. (15) Entonces le dijo Dios a Nóaj: (16) Sal del arca, tú y tu mujer, tus hijos y las mijeres de tus hijos contigo. (17) Todo animal que esté contigo, toda carne, ave, ganado y todo reptil que se arrastre en la tierra, sacarás contigo para que se críen en la tierra y se multipliquen en abundancia sobre la tierra.

De acuerdo al relato bíblico, Nóaj fue un simple instrumento en manos de Dios. El diluvio cayó por orden divina para exterminar a todo ser viviente y así finalizar la primera etapa de la cultura humana. Nóaj fue elegido para ser el primer eslabón humano de la segunda. Nóaj era justo e inocente, no obstante era humano, con todas sus virtudes y vicios. Nóaj obedeció al mandato divino y realizó fielmente y con inteligencia la tarea de contruir el arca’ de reunir a las parejas de los seres vivientes, y de preocuparse por su bienestar durante los ciento cincuenta días del diluvio y de la creciente de las aguas hasta que finalmente se volvió a descubrir el continente y era posible pisar sobre él y dispersarse – cada ser por su camino y hacia su lugar.
¿Cómo fue que desde entonces hasta ahora la tierra volvió a estar plagada de corrupción? ¿Acaso Nóaj cometió un error grave que echó los cimientos de todas las penurias que sucedieron luego, o tal vez el plan divino de comenzar todo de nuevo – fue un error desde su base?
Quien creó al ser humano a su imagen, hizo todo lo posible para evitar su acceso al conocimiento, pero fracasó. Se tenía que haber comprendido que el hombre que fue echado del jardín del Edén, fue dotado de la capacidad de elección, y quien puede elegir, también puede equivocarse. Ésta es toda la historia humana – una cadena de elcciones más correctas y menos acertadas. Un sinfín de situaciones en las que el hombre se enfrenta a otro hombre, y nuevamente debe resolver un dilema – elegir en satisfacer sus necesidades o atender también a las necesidades del prójimo y ceder un poco en su deseo de saciar su avidez.
Nóaj, el justo e inocente, desciende a la tierra tras el diluvio, y comienza a cumplir con un precepto que no hay mayor que él en esos momentos en los que la tierra estaba yerma: plantar una vid. En su inocencia pensó que hizo el bien. La vid reverdecerá la faz de la tierra, producirá uvas que saciarán y alegrarán los corazones. La primera caída se manifiesta de inmediato. El zumo de la uva fermenta y se convierte en vino, se inaugura el primer «pub» y con el mismo la ebriedad, la vergüenza que acompaña el beber vino.
¿Valía la pena arrasar con todo el mundo antiguo y abrir una nueva página? ¡No le hagan esta pregunta a Nóaj!

Nóaj (traducción en prosa del significado de esta canción)
Letra: Ioram Tehar Lev
Música: Mati Caspi
Nóaj, no olvidamos cómo reuniste en el arca bajo la lluvia y la tormenta a todos los animales del bosque. Dos de cada especie, el león y el mamut, el camello y la shibuta y también el hipopótamo. Cómo abriste la claraboya y del cielo vino la paloma.
Nóaj, ¿cuánto tiempo seguiremos navegando? Todas las ventanas está cerradas ya casi dos meses y no tenemos más aire, al león y al mamut, al camello y a la shibuta y también al hipopótamo. Abre un momento la claraboya y envía a la paloma.
Nóaj, ¿Qué te preocupas? Ya cesó la lluvia. Abre la ventana, tal vez ya apareció el arcoiris y así todos lo verán, el león y el mamut, el camello y la shibuta y también el hipopótamo. Abre la claraboya y envía a la paloma.
Nóaj, la paloma ya retornó con una hoja de olivo. Déjanos salir y retornar a casa, porque ya estamos cansados el uno del otro, el león del mamut, el camello de la shibuta y también el hipopótamo. Abre la claraboya para que volemos junto con la paloma.

Nóaj y el arca versión de 2005
Shlomó Alkalai
El año 2005 visitó El Soberano del mundo a Nóaj, que vivía no lejos del mar y le dijo:
«Nuevamente los humanos sobre la tierra son demasiados y el lugar se tornó insoportable. Debo intervenir».
«Contruye un arca y reúne una pareja de cada ser viviente que hay sobre la faz de la tierra, y también algunos hombres, de los buenos de ellos. Te doy medio año para finalizar esta etapa, tras lo cual haré llover 40 días y 40 noches»…
Seis meses más tarde El Soberano miró hacia abajo y vio que Nóaj estaba barriendo su patio, y ¡que no hay ningún arca!
«Nóaj –le dijo irritado– dentro de poco envío las lluvias. ¿Dónde está el arca?»
«Pido a El Soberano que me perdone –imploró Nóaj– pero debería saber que los tiempos han cambiado».
«Precisé una licencia de construcción para comenzar. Durante varios meses estuve discutiendo con la inspección sobre la alarma del arca para caso de incendio. En tanto se reunieron mis vecinos y formaron una ONG y argumentaron que el plano de construcción del arca no está de acuerdo con la planificación zonal autorizada y que la nueva construcción les taparía el paisaje…
Comenzamos un proceso de mediación para recibir su acuerdo…
Luego el consejo del distrito me exigió preparar una estimación para el traslado del arca hasta el mar. Intenté explicarles que no es necesario, porque el mar llegará hasta el arca. ¡Pero no me creen!
También tuve problemas para conseguir suficiente madera… Los verdes argumentan que una cantidad así de árboles perjudicará el medio ambiente, y que también producirá la extinción de animales y hará correr peligro a otros… Quise explicarles que a la inversa; el arca salvará a muchas especies del diluvio, pero no se convencieron.
Y así continúo enfrentando la burocracia humana.
Por último, la dirección impositiva me demanda y embargó todos mis bienes con el argumento que estoy planeando abandonar el país por vía ilegal.
Soberano de todo el mundo, le suplico que me perdone, pero con todos estos impedimentos no me parece que podré finalizar la construcción ni en diez años…»
De inmediato se dispersaron todas las nubes y un arcoiris esplendoroso apareció en el firmamento.
Nóaj subió la vista al cielo y exclamó: «¿De veras, Supremo soberano, piensa destruir a todo el mundo?»
«No es necesario –respondió El Soberano– ¡las autoridades se ocupan de esto muy bien!…»

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