Rabina Dra. Iris Yaniv
Es común referirse en los versículos 12:1-9 de la parashá Lej Lejá, a la grandeza y nobleza de Abram que obedece sin dudar las órdenes de Dios, que lo induce a abandonar todo y dirigirse a un destino desconocido.
El objetivo de estas líneas es presentar algunos aspectos problemáticos de la personalidad de Abram que surgen de estos versículos.
Para ello, hay que entender los versículos 12:10-20 de Lej Lejá en el contexto de la relación entre los mismos. La anécdota que aparece antes de nuestro fragmento en los versículos 26-32 del capítulo 11: aquí recibimos una especie de cédula de identidad de Abram: Quién fue su padre – Téraj (por supuesto el nombre de la madre no aparece…); quiénes fueron sus hermanos – Najor y Jarán; el nombre del hijo de su hermano Jarán (su sobrino) – Lot; los nombres de las mujeres de Abram y de su hermano Najor – Sarai y Milká, respectivamente; y la (doble) mención de la infertilidad de Sarai, mujer de Abram.
Esta información biográfica no responde a la pregunta central que despierta la personalidad de Abram: ¿Por qué fue justamente elegido él como el Patriarca de la nación israelita / judía? ¿Qué hay de especial en su personalidad que fue predestinado para un rol tan importante? Este dilema es más destacado si comparamos a Abram con Nóaj (Noé), del que nos contaron que se salvó del diluvio universal porque era «un hombre justo y sincero», Bereshit (Génesis) 6:9.
JAZAL (los sabios de la época talmúdica) complementaron este vacío con la famosa leyenda de cuando Abram rompe la estatuas y los ídolos. Esta leyenda no sólo es testimonio de la ferviente fe de Abram en Dios, sino también de su disposición de sacrificar su vida y las relaciones con su familia (de acuerdo al relato, las estatuas que rompió eran del negocio de su padre) por su fe.
El relato en el versículo 12:10-20 no da una respuesta directa a este interrogante. Vamos descubriendo la personalidad de Abram lentamente, a goteo, en el devenir de las historias. El relator bíblico nos va descubriendo la personalidad de Abram gradualmente, y a nosotros no nos queda más que juzgar si su elección para ser el Patriarca de la nación israelita / judía es justificada o no.
En tanto que la problemática anterior en la personalidad de Abram es más conocida, muchos tienden a soslayar otro punto relacionado con la relación entre los versículos. En Lej Lejá 11:31-32 se nos cuenta de la desición de Téraj de tomar a su familia y llevarla a Canaan. Ellos emprenden la marcha, pero desafortunadamente, Téraj muere en el camino, en Jarán. Entonces cómo se entiende la orden divina a Abram «Lej Lejá…» (Véte…). ¿Acaso será que Dios quería apurar a Abram a completar la travesía que comenzó su padre, porque vió que Abram se había establecido en Jarán y se había olvidado de su destino? Si lo interpretamos de esta manera, entonces el verdadero justo aquí es Téraj, que emprende la marcha sin necesidad del mandato divino, a diferencia de su hijo.
Por otro lado, cómo explicamos la frase «Véte de tu tierra y de tu patria…» cuando la tierra de Abram según el versículo 11:28 es Ur-Kasdim! y según el versículo 12:5, está claro en el relato que Abram parte hacia Canaan desde Jarán.
Según la perspectiva de interpretación de la crítica bíblica, estamos en presencia de dos tradiciones distintas respecto al lugar de nacimiento de Abram (una tercera tradición aparece en el versículo 24:10 sobre su nacimiento en Aram Naharáim).
Y existe una tercera problemática en la compleja personalidad de Abram, que raramente se recuerda, ya que como djimos es común resaltar la grandeza y nobleza del personaje.
Es el hecho que Abram sólo obedece a la orden divina luego de los versículos 2 y 3, en los que Dios lo bendice con una bendición de siete formulaciones, tal como intrpreta Moshé David Cassuto (comentarista e investigador de la Biblia hebrea.
Interesante ver la primer bendición «… y haré de tí una gran nación…», ya que sabemos del versículo 11:30 que «Sarai es estéril, no tiene hijos…». De esta manera, no es de sorprenderse que ésta es la bendición que comienza la cadena de bendiciones.
¿Entonces, no sorprende que Abram el solitario, que vive en Jarán y no en Ur Kasdim de la cual salió su familia, no duda en abandonar todo y partir hacia Canaan, hacia donde se dirigía su padre y en donde le estaba prometida descendencia? ¿Acaso ustedes en su lugar no habrían hecho lo mismo? Abram sabía que tenía más para ganar que para perder, y por eso partió…