Rabino Andy Faur

La parashá de esta semana se lee en el shabat anterior a la festividad de Januká.

Vaieshev se centra en parte de la vida de Iosef, hijo de Iaakov, principalmente en tierras del Nilo.
No vamos a entrar en detalle en todos los relatos que nos trae la parashá que son varios e interesantes, pero sí vamos a enfocar unos de sus puntos centrales: los sueños de Iosef y sus interpretaciones.

De acuerdo al relato bíblico, podemos decir que Iosef era básicamente un soñador. Un personaje que vivía una realidad circundante y por otro lado, veía más allá, podía interpretar y entender la realidad de otra manera, a diferencia de sus pares y contemporáneos.

Como vemos en los versículos a continuación, Iosef era el preferido de Iaakov entre sus hijos. Éste no disimulaba su preferencia por su vástago de la vejez e incluso se lo hizo saber explícitamente al resto de sus hermanos al regalarle sólo a él, una hermosa túnica rayada.

(37:2) Esta es la historia de Iaakov: Iosef, cuando tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño con sus hermanos; el joven estaba con los hijos de Bilhá y con los hijos de Zilpá, mujeres de su padre. Y Iosef trajo a su padre malos informes sobre ellos. (3) Y amaba Israel a Iosef más que a todos sus hijos, porque era para él el hijo de su vejez; y le hizo una túnica de tela preciosa. (4) Y vieron sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos; por eso lo odiaban y no podían hablarle amistosamente.

Iosef, que no era precisamente apreciado por sus hermanos, los denostaba en público e incluso los delataba frente a su padre cuando éstos no se comportaban apropiadamente, pasaba parte de su tiempo con ellos contándoles sus sueños e interpretándolos, lo que en general terminaba humillándolos y enojándolos aún más. Los hermanos no podían soportar mucho más la situación con su hermano menor y conjuraron para deshacerse de él:

(18) Cuando lo vieron de lejos, y antes de que se les acercara, tramaron contra él para matarlo.(19) Y se dijeron unos a otros: Aquí viene el soñador. (20) Ahora, vamos, matémoslo y arrojémoslo a uno de los pozos, y digamos: «Una fiera lo devoró.» Entonces veremos en qué quedan sus sueños. (21)  Pero Reuvén oyó esto y lo salvó de sus manos, y dijo: No le quitemos la vida. (22) Rubén les dijo además: No derraméis sangre. Arrojadlo en este pozo del desierto, pero no le pongáis la mano encima. (Esto dijo para poder librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. (23) Y sucedió que cuando Iosef llegó a sus hermanos, lo despojaron de su túnica, la túnica especial que vestía; (24) y lo tomaron y lo arrojaron al pozo. Y el pozo estaba vacío, sin agua. (25) Entonces se sentaron a comer, y cuando levantaron la vista, vieron una caravana de ismaelitas que venía de Guilad con sus camellos cargados de especias, bálsamo y mirra, que iban bajando hacia Egipto. (26) Y Iehudá dijo a sus hermanos: ¿Qué ganaremos con matar a nuestro hermano y ocultar su sangre? (27) Vendámoslo a los ismaelitas y no pongamos las manos sobre él, pues es nuestro hermano, carne de nuestra carne. Y sus hermanos accedieron. (28) Pasaron unos mercaderes midianitas que sacaron a Iosef subiéndolo del pozo, y lo vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y éstos llevaron a Iosef a Egipto.

Para sintetizar el resto del relato: ya en tierra de los Faraones Iosef termina en la cárcel, y allí conoce a dos importantes funcionarios de la corte del Faraón, que también habían sido encarcelados. Con el tiempo Iosef interpreta los sueños también a ellos, hasta que más adelante la fama de Iosef (como una especie de «psicólogo bíblico») llega hasta los oídos del propio rey egipcio.
Ya en la próxima Parashá – Miketz, el Faraón pide la presencia de Iosef para que le interprete los sueños que tenía y todos conocemos el relato de las siete vacas flacas y las siete vacas gordas. De aquí en más, el camino de Iosef a convertirse en virrey en la corte del Faraón esta despejado.

El tema de los sueños y su interpretación, es bastante recurrente en los relatos bíblicos y nos muestra cualidades especiales de determinados personajes, pero principalmente el poder que pueden tener los sueños para forjar destinos y realizar visiones, de las cuales el caso de Iosef, es un ejemplo paradigmático.

Y volviendo a Januká, que mencioné al principio, esta festividad conmemora, en definitiva, la realizacion de un sueño. El sueño de los Macabeos de reconquistar el Templo de Jerusalem y consagrarlo nuevamante al pueblo judío, de recobrar la soberanía e independencia de los judíos sobre su tierra y su destino.

¿Y quíen retomó el sueño y la epopeya de los Macabeos y lo convirtió en realidad en la época moderna?  Respuesta: el Sionismo.

El Sionismo moderno, que comenzó como el anhelo de unos pocos «soñadores» (los llamamos precursores), entre ellos el gran visionario del Estado de los Judíos – Theodor Herzl, y se convirtió en una realidad palpable y vibrante, que hoy llamamos el Estado de Israel, es la concreción de un sueño milenario que anhelaron generaciones y generaciones de judios de todo el mundo, y que nosotros tenemos el privilegio de verlo convertido en realidad y vivirlo plenamente.
Está claro que no fue un milagro, sino la obra de seres humanos idealistas, soñadores y pioneros que no esperaron un llamado o una señal divina, sino que tomaron el destino en sus manos y actuaron en pos de una meta trascendental: la creación de un Estado soberano e independiente para el Pueblo Judío.

Pero desde que estos eventos ocurrieron pasó ya mucho tiempo y son parte de nuestra historia.

Hoy en día, nuestros actuales dirigentes y líderes, tanto de Israel como de las comunidades judias en la diáspora, se plantean las grandes preguntas que se hicieron nuestros ancestros tanto antiguos como modernos: ¿Cuáles son nuestros sueños (visiones)?
¿A qué Estado de Israel aspiramos? ¿A uno democrático, liberal y progresista o a uno oscurantista y fundamentalista?
¿Hacia dónde queremos llevar a nuestra comunidad? ¿Hacia un lugar pluralista, abierto e incluyente o hacia uno cerrado y excluyente?
¿Nos tomamos tiempo para «soñar» y poder ver más allá de lo cotidiano y actuar o nos dejamos llevar por tendencias y fenómenos retrógrados y perjudiciales para nuestro Estado, nuestro pueblo y nuestra comunidad?

La parashá, el TANAJ y, en definitiva, la historia judía, nos demuestran que los grandes cambios y los grandes eventos de nuestro pueblo y nuestra cultura los hacen, en última instancia, grandes soñadores y visionarios.

¡Shabat shalom, de sueños y realizaciones!

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